¿Y si mi trauma fue crecer sin apoyo emocional? Trauma complejo e invisibilizado

Cuando hablamos de trauma, muchas personas imaginan eventos extremos: violencia, abuso, catástrofes. Pero ¿qué pasa cuando el trauma no dejó huellas visibles? ¿Y si el trauma fue crecer sin consuelo, sin mirada, sin un adulto que pudiera sostener nuestras emociones?
Este es el trauma de la negligencia emocional temprana, una forma profunda de sufrimiento que, aunque no deja marcas físicas, afecta profundamente el cuerpo, la identidad y la forma en que nos vinculamos en la adultez. Es el trauma de lo que no pasó, de lo que debimos haber recibido pero nunca llegó.
¿Qué es el trauma complejo?
El trauma complejo es un patrón de sufrimiento emocional originado en experiencias relacionales sostenidas (frecuentemente desde la infancia) que implican falta de protección, de validación o de sintonización emocional (Baita, 2020).
A diferencia del trauma simple (un evento puntual y abrumador), el trauma complejo se forma gota a gota, cuando la necesidad de afecto, consuelo, límites seguros y mirada empática no es respondida.
“El trauma complejo no siempre se ve. Pero sí se siente, se arrastra, se filtra en las relaciones, en la forma de hablarse a uno mismo, en los silencios del cuerpo”
(Evelyn Zúñiga, experiencia clínica)
¿Por qué este trauma se invisibiliza?
Porque muchas veces no hay un “evento traumático” evidente. La persona creció en un hogar aparentemente funcional: sin abusos físicos ni abandono, pero también sin afecto, validación ni sostén emocional.
Esto puede generar frases como:
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“Mis papás me dieron todo… pero igual me siento vacío(a)”
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“No puedo quejarme, hubo gente que la pasó peor”
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“No sé por qué no puedo conectar con nadie”
Pero como explica Sandra Baita (2020), el sufrimiento humano no se mide por lo visible del evento, sino por el impacto subjetivo y relacional que tiene en la vida.
El cuerpo también recuerda
El trauma no se guarda sólo en la memoria verbal, sino también en el cuerpo. Cuando no hubo validación emocional, el cuerpo desarrolló estrategias para sobrevivir:
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Tensión muscular crónica (especialmente en mandíbula, cuello, espalda)
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Problemas digestivos o sueño irregular
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Episodios de disociación o desconexión emocional (“me desconecto sin razón”)
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Hipervigilancia afectiva: dificultad para relajarse ante la cercanía de otros
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Sensación difusa de que “algo está mal conmigo”
“El cuerpo habla el lenguaje del trauma, incluso cuando la mente aún no puede comprenderlo”
(Levine, 2008)
Ejemplo clínico: “No sé por qué me incomoda cuando alguien me cuida”
M., de 32 años, consultó porque se alejaba de personas que le mostraban afecto. Decía: “Cuando alguien me trata bien, siento incomodidad. Me pongo tensa, dejo de contestar mensajes, invento excusas”.
No había abuso físico ni verbal en su infancia, pero sí una carencia constante de apoyo emocional. Sus padres estaban presentes, pero no disponibles: no preguntaban por sus emociones, no la abrazaban, no respondían a su dolor.
Al explorar su historia y síntomas somáticos, comprendimos que su sistema nervioso asociaba la cercanía emocional con incomodidad o amenaza, porque nunca había sido una experiencia segura.
¿Cómo se trabaja este trauma en terapia?
1. Poner nombre a lo que dolió en silencio
El primer paso es validar la vivencia. Muchos pacientes llegan diciendo: “Yo no viví nada grave”. Pero cuando comienzan a contar su historia, aparece una constante: la ausencia emocional fue dolorosa, aunque invisible para los demás.
Nombrar esto como trauma no busca victimizar, sino reconocer lo que no fue nombrado para poder sanarlo.
“Validar lo que nadie vio es una forma de devolverle dignidad al sufrimiento”
(Baita, 2020)
2. Usar el cuerpo como guía: Feel and Soma Cards
En mi práctica clínica, he desarrollado una herramienta propia llamada Feel and Soma Cards, creada para ayudar a las personas a conectar emociones con sensaciones corporales. Es especialmente útil en casos como el de M., donde el lenguaje emocional está bloqueado.
Con estas tarjetas, trabajamos en sesión para:
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Identificar qué siente el cuerpo cuando hay afecto, crítica o tensión
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Explorar zonas de tensión asociadas a experiencias tempranas
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Reconocer cómo reacciona el cuerpo al “recibir cuidado”
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Establecer anclajes somáticos seguros para regularse en el presente
En el caso de M., al elegir una tarjeta que relacionaba “presión en el pecho” con “miedo al afecto”, pudo recordar cómo se sentía cuando intentaba buscar consuelo y era ignorada. Esto facilitó un proceso de regulación y validación interna.
3. Trabajar con la parte crítica y con el yo infantil
El trauma de la desconexión crea una parte crítica interna muy fuerte: la que dice “no necesitas”, “no molestes”, “tenés que aguantar”.
En terapia, trabajamos con visualización somática, ejercicios de Brainspotting y diálogo interno compasivo para:
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Identificar esa parte que aprendió a no necesitar
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Escuchar su miedo: ¿qué pasaba si necesitaba y no era atendida?
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Acercarse al yo infantil con frases como: “No fue tu culpa que no te miraran. Ahora estoy contigo”
4. Crear nuevas experiencias de vínculo seguro
La relación terapéutica se convierte en un laboratorio emocional donde el sistema nervioso puede practicar otra forma de vincularse: con afecto, validación y coherencia.
Trabajamos con:
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Mirada segura y contención emocional sin invasión
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Rituales de regulación (respiración, movimiento, tacto consciente)
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Pausas para sentir y compartir en el cuerpo lo que no se pudo antes
“La recuperación del trauma relacional solo puede darse en un nuevo vínculo seguro”
(Ogden, 2006)El trauma de la negligencia emocional es uno de los más comunes y menos comprendidos. No deja marcas físicas, pero deja cuerpos tensos, vínculos evitativos y una profunda sensación de vacío emocional.
Reconocerlo es el primer paso para transformarlo.
“No hay trauma pequeño si dejó marcas profundas. Y no hay sanación sin darle voz al dolor que no fue escuchado”
— Evelyn Zúñiga
Referencias
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Baita, S. (2020). Abuso sexual infantil. Guía para comprender y acompañar. Fundación Aralma.
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Brand, B., Schielke, H., & Lanius, R. (2022). Finding Solid Ground: Overcoming Obstacles in Trauma Treatment. Oxford University Press.
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Ogden, P., Minton, K., & Pain, C. (2006). El trauma y el cuerpo: un modelo sensoriomotriz de psicoterapia. Desclée de Brouwer.
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Dana, D. (2020). Ejercicios polivagales para seguridad y conexión. Norton.
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Levine, P. A. (2008). Curar el trauma: el cuerpo como sanador. Planeta.