¿Por qué me cuesta recibir amor si lo anhelo tanto?

Miedo a Amar: ¿Por Qué Me Cuesta Recibir Amor? Vínculos traumáticos, memoria emocional y el miedo a la conexión

«Quiero que me amen, pero cuando alguien se acerca, me cierro.»
«Me da miedo sentir ternura. Me paraliza.»
«Me abruman los gestos de cariño. No sé qué hacer con ellos.»

Estas frases, que escucho frecuentemente en consulta, revelan una paradoja dolorosa: el anhelo profundo de amor y, al mismo tiempo, el rechazo involuntario cuando este se presenta. Lo que podría parecer contradicción es, en realidad, una marca de trauma. En especial, de trauma relacional temprano, cuando los vínculos que debían brindar cuidado y seguridad fueron inseguros, ausentes o incluso peligrosos.


El amor como amenaza: una huella somática

Cuando en la infancia el afecto fue errático, doloroso o condicionado, el cuerpo aprende a protegerse. Como señala Pat Ogden (2006), el sistema nervioso puede codificar las señales de cercanía emocional como peligro, activando estrategias automáticas de defensa: tensión corporal, disociación, congelamiento, evitación.

“La memoria del trauma está escrita en el cuerpo más que en las palabras.”
(Pat Ogden, 2006)

Así, recibir afecto en la adultez —aunque deseado— se experimenta con alerta, incomodidad o incluso con angustia. La experiencia amorosa se vuelve ambivalente: un deseo que hiere.


Memoria emocional y vínculos traumáticos

La memoria emocional no responde a la lógica. Está tejida de sensaciones, percepciones y respuestas corporales. Cuando alguien nos mira con ternura y sentimos rechazo o vacío, probablemente estamos contactando una huella relacional dolorosa.

Judith Herman (1992) explica que el trauma interpersonal temprano —como negligencia, abandono emocional o violencia afectiva— deja una marca en la capacidad de confiar, sentirse digno de amor y sostener relaciones íntimas. El cuerpo se convierte en un archivo del pasado: incluso en contextos seguros, puede responder como si estuviera en peligro.

“El trauma rompe los vínculos. La recuperación los reconstruye.”
(Judith Herman, 1992)


El dilema interno: partes que desean y partes que temen

Desde el enfoque de Janina Fisher (2017) y Bethany Brand (2022), esta tensión se comprende como un conflicto entre partes internas. Una parte de la persona desea profundamente conectar. Otra, activada por la memoria del daño, teme ser herida de nuevo y activa mecanismos de protección. Esto no es incoherencia, sino un sistema interno fragmentado por el trauma.

“No somos contradictorios, somos muchos intentando sobrevivir con diferentes estrategias.”
(Janina Fisher, 2017)


Caso clínico: “No sé qué hacer cuando alguien me quiere”

N., de 29 años, consultó por ansiedad ante su pareja. «Es bueno conmigo, me cuida… y yo me alejo. Me siento incómoda cuando es cariñoso», decía. En su historia, había una madre emocionalmente ausente y un padre que alternaba afecto con crítica severa.

Utilizando las Feel and Soma Cards —material terapéutico que desarrollé para explorar las conexiones entre emoción y cuerpo en personas con trauma relacional—, N. identificó que cuando alguien le demostraba afecto, sentía un «hueco en el pecho», tensión en los hombros y deseos de escapar. Comprendió que eso no era sobre su pareja actual, sino una memoria somática de su infancia.

Esta herramienta le permitió distinguir entre pasado y presente, y comenzar a reeducar su sistema emocional.


El cuerpo como guardián del trauma

Stephen Porges (2011) aporta que, ante la percepción de amenaza relacional, el sistema nervioso activa la rama dorsal del nervio vago, generando estados de colapso, desconexión emocional o congelamiento. Esto explica por qué algunas personas, cuando son tratadas con cariño, se sienten cansadas, vacías o les cuesta responder. No es desinterés: es su sistema protegiéndolas de un peligro percibido.

“La conexión emocional solo es posible cuando el cuerpo se siente seguro.”
(Stephen Porges, 2011)


Abordaje terapéutico: ¿cómo sanar este patrón?

1. Identificar y nombrar la experiencia corporal

En sesiones, invito a mis pacientes a registrar qué sucede en su cuerpo cuando alguien les muestra afecto: ¿hay tensión, vacío, huida, desconcierto? Reconocer estas sensaciones como huellas de vínculos pasados, no como defectos personales, es un paso fundamental.

Las Feel and Soma Cards han sido claves para poner en palabras y cuerpo lo que muchas veces no se comprende racionalmente.


2. Diferenciar el pasado del presente

Desde Peter Levine (2008) aprendemos que el trauma genera una distorsión temporal: el cuerpo cree que lo que fue sigue siendo. Por eso, recibir amor puede detonar respuestas automáticas aprendidas en la infancia. La intervención terapéutica busca ayudar a que la persona experimente el «ahora como diferente del entonces».


3. Trabajar con las partes internas

En consulta, escuchamos y validamos a todas las partes: la que desea conexión y la que la teme. Esta integración —lejos de forzar un cambio— permite generar una autoempatía profunda. Se trata de reconstruir desde adentro la seguridad que no se tuvo afuera.


4. Reeducar el sistema nervioso desde la conexión segura

Deb Dana (2020) y Luis López (2018) nos muestran que la regulación del sistema nervioso no ocurre solo con palabras, sino con experiencias repetidas de vínculo seguro. En la relación terapéutica, miradas sin juicio, presencia constante, y afecto respetuoso permiten al cuerpo construir nuevos mapas de seguridad.


5. Reescribir la memoria emocional con nuevos vínculos

Recibir amor sin exigencias, ser visto sin tener que protegerse, comenzar a confiar en vínculos consistentes, permite reescribir la experiencia emocional del afecto. Terapéuticamente, esto se construye con tiempo, respeto, y contacto emocional profundo.

Si te cuesta recibir amor, no estás roto. Estás adaptado a sobrevivir. Lo que fue defensa se convirtió en distancia emocional, pero no es irreversible. Tu cuerpo puede aprender a recibir afecto sin miedo. Y tu historia puede tener otros finales.

“Lo que duele no es solo la ausencia de amor, sino haber tenido que construir una vida sin haber aprendido a recibirlo.”
— Evelyn Zúñiga


Referencias

  • Baita, S. (2020). Abuso sexual infantil. Guía para comprender y acompañar. Fundación Aralma.

  • Brand, B., Schielke, H., & Lanius, R. (2022). Finding Solid Ground: Overcoming Obstacles in Trauma Treatment. Oxford University Press.

  • Dana, D. (2020). Ejercicios polivagales para seguridad y conexión. Norton.

  • Fisher, J. (2017). Healing the Fragmented Selves of Trauma Survivors. Routledge.

  • Herman, J. (1992). Trauma and Recovery. Basic Books.

  • Levine, P. A. (2008). Curar el trauma: el cuerpo como sanador. Planeta.

  • López González, L. (2018). Trauma y disociación. Perspectiva corporal integradora. Herder.

  • Ogden, P., Minton, K., & Pain, C. (2006). El trauma y el cuerpo. Desclée de Brouwer.

  • Porges, S. (2011). The Polyvagal Theory: Neurophysiological Foundations of Emotions, Attachment, Communication, and Self-Regulation. Norton.

  • Johnson, S. (2008). Hold Me Tight: Seven Conversations for a Lifetime of Love. Little, Brown Spark.


 

Scroll al inicio