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¿Cómo controlar la ira y la agresividad? Técnicas efectivas para calmar el enojo y evitar explosiones emocionales.

Cómo controlar la ira y la agresividad: técnicas efectivas para calmar el enojo y evitar explosiones emocionales. ¿Qué es la rabia como emoción? La rabia es una respuesta emocional intensa que surge como un mecanismo de defensa ante una amenaza, injusticia o frustración. No es en sí misma negativa, sino que cumple una función adaptativa al proporcionar energía y determinación para enfrentar situaciones adversas. Sin embargo, cuando no se regula adecuadamente, puede convertirse en una respuesta disfuncional que afecta la salud mental y las relaciones interpersonales. Desde una visión profunda, la rabia puede estar influenciada por aprendizajes tempranos, experiencias de vida y patrones emocionales arraigados. Comprenderla implica analizar no solo su expresión externa, sino también sus causas subyacentes y las necesidades emocionales no atendidas que la activan. Un aspecto importante a cuestionar es cómo me relaciono con el enojo. Muchas veces, la lucha constante contra la rabia o el intento excesivo de controlarla impiden que exploremos las emociones subyacentes o las necesidades insatisfechas que están en la raíz de esta emoción. Si percibo la ira como algo negativo o inaceptable, es probable que no me permita procesarla de manera saludable y que termine manifestándose en conductas agresivas o en una represión emocional dañina. ¿Qué es la rabia como emoción? La rabia es una respuesta emocional intensa que surge como un mecanismo de defensa ante una amenaza, injusticia o frustración. No es en sí misma negativa, sino que cumple una función adaptativa al proporcionar energía y determinación para enfrentar situaciones adversas. Sin embargo, cuando no se regula adecuadamente, puede convertirse en una respuesta disfuncional que afecta la salud mental y las relaciones interpersonales. Desde una visión profunda, la rabia puede estar influenciada por aprendizajes tempranos, experiencias de vida y patrones emocionales arraigados. Comprenderla implica analizar no solo su expresión externa, sino también sus causas subyacentes y las necesidades emocionales no atendidas que la activan. Un aspecto importante a cuestionar es cómo me relaciono con el enojo. Muchas veces, la lucha constante contra la rabia o el intento excesivo de controlarla impiden que exploremos las emociones subyacentes o las necesidades insatisfechas que están en la raíz de esta emoción. Si percibo la ira como algo negativo o inaceptable, es probable que no me permita procesarla de manera saludable y que termine manifestándose en conductas agresivas o en una represión emocional dañina. https://www.youtube.com/watch?v=rSB9s9BLffI&t=138s ¿Cómo calmar la ira y la rabia? La ira y la rabia son respuestas emocionales que surgen ante una sensación de amenaza, injusticia o frustración. Desde una perspectiva profunda, la rabia no es solo una reacción inmediata, sino una construcción emocional que puede estar enraizada en experiencias pasadas, aprendizajes tempranos y vulnerabilidades psicológicas. Algunos pasos clave para calmar la rabia incluyen: Identificación del estímulo activador: Reconocer qué estímulos internos o externos desencadenan la rabia es esencial para abordarla. Reconocimiento corporal y emocional: La rabia se manifiesta con tensión muscular, taquicardia y una sensación de urgencia. Aprender a detectarla temprano permite aplicar estrategias de regulación. Desactivación fisiológica: La respiración diafragmática y el anclaje sensorial ayudan a reducir la activación y evitar respuestas impulsivas. Reprocesamiento emocional: Explorar la historia emocional de la rabia y sus asociaciones puede ayudar a resignificarla y canalizarla de manera funcional. El proceso terapéutico desempeña un papel fundamental en este reprocesamiento, ya que proporciona un espacio seguro para identificar los patrones emocionales y cognitivos que sostienen la ira. A través de enfoques como la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), la Terapia Focalizada en las Emociones (TFE) o el EMDR, las personas pueden trabajar en la reestructuración de pensamientos disfuncionales, la validación de sus experiencias y la integración de nuevas estrategias de afrontamiento. La terapia ayuda a abordar las heridas emocionales que pueden estar reforzando la rabia, promoviendo una mayor autoconciencia y regulación emocional. Factores asociados al manejo de la Ira. El desarrollo de problemas en la gestión de la ira puede estar influenciado por diversos factores: Entorno y aprendizaje: Las personas que crecen en ambientes violentos suelen replicar patrones de agresión física y verbal como forma aprendida de expresión emocional. Factores genéticos: Aunque algunos estudios sugieren una predisposición hereditaria a la ira, no existe consenso científico absoluto. Sin embargo, la imitación de modelos parentales violentos puede reforzar este comportamiento. Funcionamiento cerebral: Se ha planteado que las personas con tendencia a la ira presentan diferencias en la actividad cerebral en comparación con otras personas. Trastornos de salud mental: La dificultad en el control de la ira puede estar vinculada a trastornos como el Trastorno Límite de la Personalidad, Trastorno de Personalidad Antisocial, TDAH o Trastorno Explosivo Intermitente, entre otros. ¿Qué hay detrás del enojo? La rabia no es una emoción aislada, sino una capa protectora que oculta emociones más profundas. En muchas ocasiones, lo que subyace detrás de la ira es: Miedo: Temor a la pérdida de control, al rechazo o al abandono. Frustración: Sensación de impotencia ante situaciones que se perciben como injustas o irresolubles. Vergüenza y culpa: Muchas veces la ira se presenta como un mecanismo de defensa ante emociones de vulnerabilidad. Desde esta perspectiva, entender la rabia como un reflejo de heridas emocionales permite trabajar en su regulación desde la comprensión y la aceptación. ¿Cuándo el enojo requiere atención psicológica? La ira es una respuesta emocional natural y adaptativa ante diversas situaciones. No obstante, cuando se manifiesta de manera desproporcionada, intensa o frecuente, puede ser un indicador de alteraciones en la salud mental que requieren intervención profesional. Identificar y abordar sus causas subyacentes es fundamental para su adecuada gestión y tratamiento. Las dificultades en el manejo de la ira pueden contribuir al desarrollo de afecciones tanto físicas como psicológicas, impactando negativamente en la calidad de vida. Por ello, si se experimentan episodios recurrentes de enojo o irritabilidad, es recomendable buscar atención psicológica especializada para comprender sus orígenes y aplicar estrategias terapéuticas que permitan un manejo saludable de esta emoción. Manifestaciones Fisiológicas y Cognitivas de la Ira Elevación de la temperatura corporal, acompañada de una sensación intensa de calor, especialmente en el rostro. Incremento de la presión arterial

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Afrontamiento efectivo de la ansiedad: vence el miedo desde la raíz, no desde el control.

aNSIEDAD Afrontamiento efectivo de la ansiedad: vence el miedo desde la raíz, no desde el control. ¿Cómo afrontar la ansiedad de forma efectiva? Lo primero es reconocer que la ansiedad es una experiencia universal, pero cuando se convierte en un obstáculo constante en la vida diaria, muchas personas intentan controlarla a toda costa. Paradójicamente, este esfuerzo suele agravar el problema. En este artículo, exploraremos una manera diferente de afrontar la ansiedad: en lugar de luchar contra sus síntomas, aprenderemos a comprender su raíz y a desarrollar seguridad en nuestras habilidades. Descubrirás estrategias basadas en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) y otras perspectivas innovadoras que te ayudarán a cambiar tu relación con la ansiedad. El verdadero enemigo: miedo a la ansiedad y sus síntomas La ansiedad, en sí misma, no es el problema. El verdadero conflicto surge cuando comenzamos a temer sus síntomas. La taquicardia, la sensación de ahogo o los pensamientos intrusivos no son señales de peligro real, sino respuestas naturales de nuestro cuerpo. Sin embargo, la interpretación catastrófica de estos síntomas crea un ciclo de miedo que intensifica la ansiedad. La clave está en comprender que la ansiedad no es peligrosa y que su propósito es protegernos, no dañarnos. Falsa seguridad: estrategias de control que te atrapan Para reducir la ansiedad, muchas personas recurren a estrategias de control: evitar ciertas situaciones, respirar de una forma específica, buscar constantemente la aprobación de otros o intentar pensar “positivo” en todo momento. Aunque estas tácticas pueden aliviar momentáneamente el malestar, a largo plazo refuerzan la idea de que la ansiedad es algo que debe ser evitado a toda costa. Esto solo perpetúa el ciclo del miedo. La Trampa del Control: Metáfora de las Arenas Movedizas Imagina que caes en arenas movedizas. Lo instintivo sería luchar y moverte con desesperación para salir, pero eso solo haría que te hundieras más. La ansiedad funciona de la misma manera: cuanto más intentas controlarla, más poder le das. En lugar de luchar contra ella, el camino es aprender a soltar y cambiar el enfoque hacia lo que realmente nos perturba. La Ilusión de Control y la Pérdida de Seguridad Muchas personas creen que perder el control significa estar en peligro. Sin embargo, la seguridad no proviene de tenerlo todo bajo control, sino de desarrollar la confianza en nuestras habilidades para afrontar cualquier desafío. La verdadera seguridad no se encuentra en la ausencia de miedo, sino en la certeza de que podemos gestionar lo que venga.Aceptar la incertidumbre es uno de los desafíos más grandes en el afrontamiento de la ansiedad. En lugar de buscar garantías absolutas, podemos aprender a convivir con la duda y entrenarnos para responder con flexibilidad a lo inesperado. La práctica de la aceptación y el desarrollo de habilidades emocionales son claves para este proceso. ¿Cómo soltar el control y aceptar la incertidumbre? El trabajo en terapia. Aceptar la incertidumbre es uno de los desafíos más grandes en el afrontamiento de la ansiedad. En lugar de buscar garantías absolutas, podemos aprender a convivir con la duda y entrenarnos para responder con flexibilidad a lo inesperado. La práctica de la aceptación y el desarrollo de habilidades emocionales son claves para este proceso. La seguridad está en ti: deja de buscar respuestas fuera Si la ansiedad te hace buscar respuestas externas, la solución está en mirar hacia adentro. Construir confianza en uno mismo y en la capacidad de adaptación es lo que realmente proporciona seguridad. No se trata de eliminar el miedo, sino de aprender a enfrentarlo desde la resiliencia. La Ola No se Detiene, Pero Puedes Aprender a Surfear: Metáfora del Surfista y la Ansiedad. Un surfista no puede controlar el mar, pero sí puede entrenarse para montar las olas. De la misma manera, no podemos evitar todas las situaciones que nos generan ansiedad, pero sí podemos desarrollar herramientas para gestionarlas. En lugar de intentar detener la ansiedad, aprendamos a navegarla con confianza. Recomendaciones para afrontar la ansiedad sin luchar contra ella Cambia la perspectiva: La ansiedad no es el problema, sino nuestra reacción ante ella. Enfócate en la amenaza percibida y no en sus síntomas. Deja de resistirte: En lugar de pelear con la ansiedad, acéptala y aprende a convivir con ella sin miedo. Desarrolla habilidades emocionales: La regulación emocional, la respiración consciente y la exposición gradual pueden ayudarte a enfrentar mejor los momentos de ansiedad. Construye confianza interna: La seguridad no está en controlar el entorno, sino en desarrollar la habilidad para responder con flexibilidad. Busca ayuda profesional: Terapias como la TCC, la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y el EMDR pueden ser herramientas poderosas para cambiar la relación con la ansiedad. La ansiedad no desaparecerá por completo, pero al cambiar la forma en que la abordamos, podemos dejar de verla como un enemigo y convertirla en una oportunidad de crecimiento. ¿Listo para empezar a surfear las olas en lugar de luchar contra ellas?

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El mito del impostor: lo que realmente significa tu autocrítica

Comprendiendo lo que llamas «impostor» “El mito del impostor: lo que realmente significa tu autocrítica”. Reconciliándote contigo mismo. Lo que llamamos «síndrome del impostor» no es un defecto ni una trampa de la mente; es una parte de nosotros que busca protegernos. En lugar de combatirla, podemos aprender a entenderla y transformarla en una aliada. Descubre cómo resignificar esta experiencia y darle un nuevo sentido. La importancia de cambiarle el nombre: el estigma de llamarlo «impostor» El llamado «síndrome del impostor» es un término popularizado para describir la sensación de no ser suficientemente competente o de haber alcanzado el éxito por casualidad, en lugar de por nuestras propias habilidades. Sin embargo, este nombre refuerza la idea de que hay una parte de nosotros que es falsa, defectuosa o engañosa. Esto genera un conflicto interno que dificulta la autocomprensión y el desarrollo personal. En lugar de etiquetarlo como «impostor», podemos verlo como una respuesta natural de nuestro sistema de regulación emocional. Es una parte que busca protegernos del fracaso, el rechazo o la vergüenza, aunque lo haga de una manera poco adaptativa. Al cambiar nuestra perspectiva, evitamos autoestigmatizarnos y abrimos la puerta a una relación más compasiva con nosotros mismos. Lo que desea «el impostor»: el valor de esta parte interna En lugar de ver este fenómeno como un obstáculo, es importante preguntarnos: ¿cuál es la intención positiva detrás de esta sensación de duda y autoexigencia? La parte que llamamos «impostor» en realidad busca asegurarse de que estemos preparados, que cumplamos con ciertos estándares y que no nos expongamos a críticas o fracasos. Esta sensación tiene valor porque nos motiva a mejorar y a no dar por sentado nuestros logros. Sin embargo, cuando esta voz interna se vuelve demasiado crítica o inflexible, puede paralizarnos o generarnos angustia. La clave no es eliminarla, sino entender su función y aprender a regular su influencia en nuestras vidas. ¿Qué necesita esta parte de nosotros? Cómo atenderla de manera saludable Si esta parte de nosotros está intentando protegernos, lo peor que podemos hacer es luchar contra ella o ignorarla. En su lugar, podemos preguntarnos: ¿qué necesita esta parte para sentirse segura y acompañada? Algunas estrategias incluyen: Escuchar con curiosidad: En lugar de rechazar los pensamientos de duda, podemos preguntarnos qué está tratando de comunicar esta parte. Validar la intención positiva: Reconocer que su función no es hacernos daño, sino protegernos. Darle un nuevo rol: Podemos transformar esta voz crítica en una voz de apoyo, que nos ayude a prepararnos sin paralizarnos. ¿De dónde viene este nombre? Una revisión de su origen El término «síndrome del impostor» fue acuñado en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes, quienes lo identificaron en mujeres de alto rendimiento que sentían que su éxito no era merecido. Con el tiempo, se expandió a diversos grupos y contextos, convirtiéndose en un fenómeno ampliamente discutido en el ámbito psicológico y laboral. Sin embargo, el nombre «impostor» refuerza la idea de que hay algo fraudulento en la persona, en lugar de reconocer que se trata de una respuesta emocional comprensible basada en experiencias tempranas y creencias internalizadas. Creencias y experiencias tempranas: la construcción de la autoexigencia La sensación de ser un «impostor» muchas veces se arraiga en creencias formadas durante la infancia. Mensajes como «tienes que ser el mejor», «no cometas errores» o «si fallas, decepcionas a los demás» crean una presión interna que persiste en la adultez. Estas creencias suelen provenir de: Modelos parentales exigentes o críticos. Experiencias de rechazo o crítica en la infancia. Un sistema de comparación constante con otros. Sociedades que sobrevaloran el éxito y minimizan el error. Cuando comprendemos de dónde vienen estas creencias, podemos comenzar a cuestionarlas y reformular nuestra narrativa interna. ¿Qué necesita esta parte de nosotros? Cómo atenderla de manera saludable Si esta parte de nosotros está intentando protegernos, lo peor que podemos hacer es luchar contra ella o ignorarla En su lugar, podemos preguntarnos: ¿qué necesita esta parte para sentirse segura y acompañada? Escuchar con curiosidad: En lugar de rechazar los pensamientos de duda, podemos preguntarnos qué está tratando de comunicar esta parte. Validar la intención positiva: Reconocer que su función no es hacernos daño, sino protegernos. Darle un nuevo rol: Podemos transformar esta voz crítica en una voz de apoyo, que nos ayude a prepararnos sin paralizarnos. Practicar la autocompasión: Permitirnos experimentar estas emociones sin que definan nuestra identidad. En terapia, solemos usar nombres como «Pánfilo», «Gollum» o «Úrsula» para desdramatizar su presencia y reconocerla con humor y distancia. Nombrarla nos ayuda a verla como una parte de nuestra mente y no como una verdad absoluta sobre quiénes somos. Estrategias prácticas para gestionar esta experiencia. Al comprender y resignificar esta experiencia, podemos transformar la sensación de «impostor» en una oportunidad de crecimiento y autocomprensión. Observar el pensamiento sin reaccionar En lugar de tratar de eliminar los pensamientos de duda, podemos observarlos como si fueran nubes pasando por el cielo. Escribir la creencia subyacente Cada vez que surja la sensación de «impostor», escribir qué pensamiento la sostiene. ¿Es una creencia sobre la perfección? ¿Sobre el miedo al fracaso? Ejercicio de reescritura Tomar esa creencia y reformularla desde una perspectiva más flexible. Por ejemplo, cambiar «Si fallo, demostraré que no soy suficiente» por «Los errores son oportunidades para aprender». Exposición gradual Identificar pequeñas acciones que nos generen inseguridad y realizarlas sin buscar la validación externa inmediata. Cartas de autocomprensión Escribir una carta a uno mismo desde la perspectiva de alguien que nos ama incondicionalmente, recordando que somos más que nuestras dudas y errores.

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Más allá del reloj: la importancia de cerrar bien tu sesión de terapia.

Más allá del reloj: la importancia de cerrar bien tu sesión de terapia. Psicóloga Evelyn Zúñiga ¡Toma tiempo para lo importante: tu mismo! La terapia es un espacio de encuentro con uno mismo, donde el tiempo es un recurso valioso, pero no debe convertirse en lo más importante. Muchas veces, al final de una sesión, las personas sienten que no alcanzaron a procesar todo lo necesario o que debían salir de terapia más reguladas. Esto puede generar frustración y ansiedad, afectando la efectividad del proceso. Este artículo explora la importancia de gestionar el tiempo en terapia sin que se convierta en una limitación. Hablaremos de la necesidad de cerrar cada sesión con estabilidad emocional y de cómo se pueden evitar las sensaciones de prisa o incompletitud. La terapia no se trata solo de ajustarse a un horario; se trata de darte el valor y la tranquilidad que mereces en cada sesión. «Llego temprano, pero me pongo ansioso esperando mi turno» El tiempo de espera antes de ingresar a la sesión puede influir en la disposición del paciente para el trabajo terapéutico. Algunas personas pueden llegar con anticipación y aprovechar ese momento para relajarse y prepararse mentalmente, mientras que otras pueden experimentar ansiedad o distracciones que afectan su concentración. La actitud con la que una persona ingresa a terapia puede impactar su capacidad de aprovechar la sesión al máximo. «Solo tengo una hora de sesión y a veces siento que no es suficiente» El tiempo de una sesión psicológica suele estar definido por un estándar profesional de aproximadamente una hora. Esta estructura es necesaria para la organización del trabajo terapéutico, la planificación del profesional y la gestión de otros pacientes. Sin embargo, este límite puede presentar retos cuando el proceso emocional de la persona requiere más tiempo para alcanzar una sensación de estabilidad antes de salir de la consulta. En ocasiones, el tiempo disponible puede no ser suficiente para procesar y resignificar completamente lo trabajado en la sesión. «Programé una cita dental justo después de esta, tengo 10 minutos para desplazarme hasta allá» El tiempo en consulta es un espacio donde la persona puede explorar sus emociones, pensamientos y dificultades. Sin embargo, es frecuente que los pacientes tengan agendas ocupadas y, una vez terminada la sesión, deban reincorporarse a sus responsabilidades diarias. Este ritmo de vida puede generar una sensación de prisa o de falta de tiempo para procesar lo trabajado en terapia, lo que podría llevar a la frustración o a una sensación de inacabado.   «A veces siento que tomarme una hora para mí es un lujo» La sociedad actual tiende a valorar la rapidez y la productividad, lo que puede llevar a las personas a sentir culpa por dedicar tiempo a su bienestar emocional. En algunos casos, el asistir a terapia puede percibirse como una pérdida de tiempo si no se ven «resultados rápidos». Esta presión social puede hacer que el paciente minimice la importancia del trabajo emocional y se enfoque más en los tiempos establecidos que en su propio proceso de sanación. «Me siento mal cuando la sesión está terminando y no hemos acabado con el tema» Los terapeutas también enfrentan el desafío de gestionar el tiempo de manera equilibrada, asegurando que cada paciente reciba la atención adecuada sin comprometer su propio bienestar ni el de los siguientes consultantes. En algunos casos, cerrar una sesión cuando el paciente no está completamente regulado puede generar preocupación o malestar tanto en el profesional como en el paciente, ya que el tiempo parece insuficiente para abordar todo lo necesario. «Saliendo de terapia, a veces me siento revuelto y no sé qué hacer con lo que hablamos» Cuando una sesión está por terminar y la persona no ha alcanzado una regulación emocional adecuada, puede experimentar malestar o confusión después de salir de la consulta. Esto es especialmente relevante en sesiones donde se han trabajado temas intensos o traumáticos. La regulación emocional es un aspecto fundamental para asegurar que el paciente pueda continuar con su día sin sentirse desbordado por lo trabajado en terapia. «Llego a terapia con prisa y siento que no me concentro del todo» El proceso terapéutico es un espacio destinado al bienestar personal. Llegar con prisa o sin la disposición adecuada puede afectar la calidad del trabajo realizado en la sesión. Tomarse el tiempo necesario para asistir con calma y estar presente en el momento de la terapia permite un mejor aprovechamiento de cada encuentro. «Me hubiera gustado cerrar mejor la sesión, pero el tiempo se acabó» En algunas sesiones, no se logra un cierre emocional satisfactorio, y eso puede generar inquietud. Es importante entender que el proceso terapéutico es continuo y que algunas emociones o pensamientos pueden requerir más de una sesión para ser comprendidos y resignificados. Aceptar que no siempre se llega a una conclusión inmediata es clave para evitar frustraciones innecesarias. «Entiendo que alguien antes de mí necesitaba más tiempo para sentirse seguro» A veces, las sesiones pueden extenderse porque una persona necesitaba un tiempo adicional para regularse, resignificar lo que surgió en terapia o simplemente sentirse segura antes de salir. Es importante desarrollar empatía hacia estos momentos, ya que podría ser algo que nosotros mismos necesitemos en otro momento. La terapia es un espacio humano y flexible, donde el bienestar de cada persona es la prioridad. «No somos un cronómetro, estamos aquí para dar valor y validar emociones» Asiste con tiempo suficiente: Llegar con unos minutos de anticipación te ayudará a prepararte mentalmente y a aprovechar mejor la sesión. Usa el tiempo de espera de forma intencional: Si llegas antes de tu cita, intenta practicar la respiración consciente o realizar una actividad relajante para entrar en la sesión con mayor claridad mental. Planifica un espacio para procesar la sesión: Si es posible, evita programar actividades demandantes justo después de terapia. Dedica unos minutos para reflexionar sobre lo trabajado. Acepta que no todas las sesiones cerrarán con una solución inmediata: A veces, el proceso terapéutico requiere varias sesiones para abordar un tema en profundidad.

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¿Por qué ocultamos la información en terapia?

¿Por qué ocultamos información en terapia? En terapia, el miedo al juicio, la vergüenza o el temor a revivir emociones pueden llevarnos a ocultar información, afectando el proceso terapéutico.  Más allá de juzgarnos, entendernos… Causas, impacto y cómo los psicólogos pueden ayudarnos a superarlo Cuando una persona inicia un proceso terapéutico, espera encontrar un espacio seguro para hablar sobre sus pensamientos, emociones y experiencias. Sin embargo, muchas veces surge la tendencia a ocultar información. Ya sea por vergüenza, miedo o inseguridad, este fenómeno es más común de lo que parece y puede afectar el progreso de la terapia.  Desde la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), se entiende que la información que ocultamos suele estar influenciada por pensamientos automáticos, creencias irracionales y emociones intensas como la vergüenza. En este artículo exploraremos por qué sucede esto, cómo impacta el proceso terapéutico y qué estrategias utiliza el terapeuta para abordarlo.  Creencias y causas más comunes Las razones por las que una persona decide no compartir cierta información en terapia suelen estar asociadas a creencias disfuncionales y estrategias de afrontamiento basadas en la evitación. Algunas de las más frecuentes incluyen: 🔹 Miedo al juicio del terapeuta: “Si le cuento esto, pensará que estoy loco/a.” 🔹 Creencias sobre lo que es importante compartir: “Esto no es relevante para la terapia.” 🔹 Temor a revivir emociones intensas: “Si hablo de esto, me sentiré peor.” 🔹 Vergüenza sobre la propia historia o pensamientos: “No quiero que nadie sepa esto de mí.”  La protección legal y ética del paciente Uno de los mayores temores de los pacientes es qué hará el terapeuta con la información que comparten. En este sentido, la confidencialidad es un pilar fundamental en la terapia psicológica. 🔹 ¿Qué es el secreto profesional? Garantiza que la información compartida en consulta no será divulgada sin el consentimiento del paciente. 🔹 ¿Cuándo hay excepciones? En casos de riesgo para la vida del paciente o de terceros, abuso infantil o situaciones legales específicas.  ¿Qué ocurre cuando ocultamos información? Impacto en el proceso terapéutico Cuando un paciente oculta información relevante, se generan barreras que afectan la efectividad del tratamiento: ❌ La terapia avanza a un ritmo más lento. ❌ Las estrategias pueden ser menos efectivas si la información no es completa. ❌ El paciente puede sentirse estancado o frustrado.  ¡No estás solo! La vergüenza y su impacto en el ocultamiento de información La vergüenza es una emoción central en el ocultamiento de información. Se asocia con creencias como: 🔹 “Si digo esto, no seré aceptado/a.” 🔹 “Esto demuestra que soy débil.” 🔹 “Es mejor mantenerlo en secreto para evitar el rechazo.” La vergüenza es una emoción compleja que puede hacer que una persona se sienta defectuosa, inadecuada o indigna de aceptación. Cuando experimentamos vergüenza, tendemos a escondernos y evitar mostrar ciertas partes de nosotros mismos, lo que incluye ocultar información en terapia.   En terapia, la verguenza la vemos de múltiples formas: 🔹 Pensamientos automáticos negativos → “Si le cuento esto a mi terapeuta, me verá como una mala persona.” 🔹 Sensación de ser inadecuado/a → “Nadie más debe saber lo que siento o pienso.” 🔹 Evitar ciertos temas sensibles → “Es mejor no hablar de esto para no revivir la emoción”, «Solo quiero sentirme bien, no quiero recordar cosas que fueron difíciles» 🔹 Ansiedad ante la posibilidad de ser juzgado/a → “Si hablo de esto, me mirará diferente.”    Ejemplo de verguenza Una persona con ansiedad social siente que debe «ser un buen paciente» y decir cosas inteligentes en terapia para impresionar a su terapeuta. Esto la lleva a ocultar sus pensamientos más irracionales por miedo a sonar «tonta».  «No necesitas filtrar lo que dices aquí. Lo importante no es si algo suena lógico o no, sino cómo te hace sentir.»  ¡No estás solo! ¿Cómo el terapeuta ayuda a regular la vergüenza del paciente?  Cuando un paciente experimenta vergüenza intensa en terapia, su sistema nervioso puede reaccionar como si estuviera ante una amenaza real. Esto puede provocar bloqueos emocionales, evitación o incluso la sensación de querer huir de la sesión. 📌 Aquí es donde el terapeuta juega un papel crucial: 🔹 Actúa como una figura reguladora que ayuda al paciente a sentirse seguro. 🔹 Refuerza la idea de que la terapia es un espacio libre de juicios. 🔹 Modela respuestas emocionales compasivas para que el paciente aprenda a tratase con más amabilidad. Cuando el paciente teme compartir información, lo que realmente necesita no es presión, sino una experiencia de acompañamiento y validación.  Cuando el terapeuta valida la emoción del paciente, se genera un efecto inmediato de seguridad y comprensión emocional. La validación no significa simplemente estar de acuerdo con lo que la persona siente, sino reconocer y aceptar su experiencia emocional sin juicio. Muchas veces, las personas han aprendido a reprimir o minimizar sus emociones debido a experiencias previas donde fueron ignoradas, ridiculizadas o juzgadas. En terapia, la validación actúa como un puente que permite que el paciente reconozca sus propias emociones sin culpa ni vergüenza, favoreciendo un espacio donde la expresión emocional se vuelve más accesible. Cuando la vergüenza es intensa, suele llevar al paciente a evitar compartir ciertos pensamientos o recuerdos, pues teme ser juzgado o que su terapeuta cambie su percepción sobre él. Sin embargo, cuando el terapeuta responde con validación, utilizando frases como «Tiene sentido que te sientas así», «Es comprensible que esto sea difícil para ti», o «No hay nada malo en experimentar esta emoción», el paciente comienza a replantearse la idea de que compartir sus emociones lo hará menos digno de aceptación. La vergüenza, que antes parecía abrumadora, pierde parte de su intensidad y permite que el paciente se abra de manera más progresiva. Este proceso da paso a la expresión emocional gradual. La validación es el primer paso para que el paciente se atreva a explorar sus emociones sin sentir que debe esconderse. En lugar de forzar la apertura inmediata, el terapeuta acompaña el ritmo del paciente, permitiéndole compartir solo lo que está listo para expresar. Algunas personas pueden empezar verbalizando su emoción de manera general, como «Me siento incómodo hablando de esto», mientras que otras pueden necesitar escribir primero lo que sienten antes de verbalizarlo. El terapeuta respeta y guía este proceso, asegurándose de que el paciente no se sienta abrumado, sino acompañado. A medida que el paciente experimenta estas interacciones seguras en terapia, comienza a integrar nuevas experiencias de confianza. Si en el pasado ha vivido rechazo, burla o incomprensión cuando expresó sus emociones, la terapia le permite experimentar lo contrario: ser

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Conexión y Bienestar ¡Bienvenido a mi blog! La psicología no es solo teoría; es una guía para comprendernos mejor y mejorar nuestra calidad de vida. Te invito a leer, reflexionar y compartir este espacio donde cada artículo es una oportunidad para aprender y crecer. Evelyn Zúñiga M, psicóloga clínica.  Bienvenido Psicología para la vida cotidiana Este es un lugar donde las experiencias, emociones y pensamientos encuentran un espacio para ser explorados con calma y profundidad. Un espacio reflexivo no busca respuestas inmediatas ni soluciones rápidas, sino que invita a la pausa, al autoconocimiento y a la comprensión de lo que vivimos en nuestra vida cotidiana. Order Now Depresión posparto sin filtros: tristeza, culpa, miedo y pensamientos que nadie se atreve a contar. ¿Y si lo que sientes no es debilidad, sino un pedido de ayuda? Este blog habla de la depresión posparto como nadie te lo contó. Conoce sus señales, pensamientos difíciles y cuándo pedir ayuda.No estás sola. Leélo con el corazón abierto.  Leer más Ser madre y sentirse al límite: lo que sostienes en silencio también necesita cuidado Este blog pone palabras a ese agotamiento que nadie ve. Hablemos de la carga invisible, la culpa y cómo empezar a soltar.Nombrar lo que te duele también es parte del autocuidado. Cuidarte es resistir y transformar la forma en que maternas. Leélo, sentite acompañada.  Leer más ¿Por qué nos cuesta tanto descansar? ¿Te cuesta parar o desconectar incluso cuando no tienes nada que hacer?Este blog no es solo una lectura: es una invitación a cuestionar la forma en que vivimos, a identificar el impacto de la hiperexigencia en nuestra salud emocional y a recuperar el descanso como un acto de respeto hacia ti. Leer más ¿Sanar a tus padres de sus traumas? La importancia de crear límites saludables. A veces, sin darnos cuenta, intentamos sanar a mamá o a papá. Lo hacemos por amor, por lealtad, por esperanza. Pero esa tarea es imposible para nosotros. No se trata de culpar, mientras intentamos resolver su historia, muchas veces dejamos la nuestra en pausa💛.  Leer más Soltar a toda costa: rage rooms, círculos de expresión y otras prácticas que no gestionan las emociones. El artículo explora cómo prácticas populares como los rage rooms o círculos de expresión emocional, que promueven la descarga intensa de emociones, pueden ser contraproducentes si no están acompañadas de un proceso de integración psicológica.  Leer más Muñecas quita pena: gestión emocional desde las raíces culturales. Estos símbolos no sustituyen la terapia, pero pueden enriquecerla. No reemplazan el diálogo, pero abren caminos para hablar. No borran el dolor, pero lo hacen más habitable.Explora cómo la psicología puede transformar objetos culturales en herramientas emocionales. Desde Guatemala hasta Costa Rica, descubre cómo soltar, sentir y sanar con lo simbólico. Leer más Cuando el vínculo con tu familia duele: Cómo reconocer relaciones que generan sufrimiento y saber cuándo alejarse para sanar Este blog invita a explorar con compasión y claridad emocional qué pasa cuando el vínculo con la familia duele, qué hacer con las emociones que surgen, y cómo se puede sanar sin necesidad de romper, pero sí de poner límites reales que protejan nuestra salud mental. Leer más Silencio emocional, ghosting y ley del hielo: cómo identificar y sanar la violencia afectiva invisible ¿Te han aplicado la ley del hielo, el ghosting o te han dejado en la incertidumbre?Este blog te ayudará a identificar estas formas de violencia emocional, comprender su impacto en tu autoestima y trauma, y descubrir cómo empezar a sanar desde enfoques terapéuticos profundos. Leer más Leer más Sentirse perdido en la vida: Una oportunidad de aprendizaje Esta frase refleja el vacío que sienten muchos jóvenes adultos hoy: avanzar sin dirección, lograr cosas sin satisfacción. Este blog no busca darte respuestas rápidas, sino invitarte a pausar y mirar hacia adentro. Leer más ¿Por qué me siento triste y no sé por qué? Sentirse triste sin saber por qué es una experiencia mucho más común de lo que imaginamos. Este blog te acompaña a explorar esa tristeza inexplicable desde una mirada cercana y comprensiva. Hablemos sobre la función adaptativa de la tristeza, las posibles causas emocionales que pueden estar operando en segundo plano, y cómo validar lo que sientes sin exigirte explicaciones. Leer más Tu emoción no es el enemigo. Es la señal de algo que importa. En este blog te compartimos ideas, ejercicios y reflexiones para ayudarte a identificar, validar y transformar lo que pasa dentro tuyo. Con un enfoque basado en la Terapia Cognitivo-Conductual, te acompañamos a descubrir que escucharte no te debilita, te fortalece. Leer más Cultura organizacional inclusiva y Trastorno del Espectro Autista La inclusión de personas con TEA en el trabajo no es solo un compromiso ético, es una oportunidad para fortalecer tu empresa. En este blog encontrarás claves prácticas para que líderes y equipos de RRHH impulsen entornos más humanos, diversos y productivos. Incluir es crecer. Leer más La culpa y su papel en el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) La culpa es una de las emociones que más peso tienen en la vida de las personas con Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC). Puede convertirse en un motor que alimenta pensamientos intrusivos, llevándolas a realizar compulsiones para aliviar su angustia. En este artículo, exploraremos su impacto, cómo identificarla y las mejores estrategias terapéuticas para abordarla. Leer más Más allá del trauma: ¿Cómo diferenciamos el Trastorno de Estrés Postraumático del trauma complejo? En este artículo, exploraremos las diferencias fundamentales entre el TEPT y el trauma complejo, cómo influyen en la vida de quienes los experimentan y qué herramientas terapéuticas basadas en evidencia pueden ayudar en el proceso de sanación. Leer más Cómo controlar la ira y la agresividad: técnicas efectivas para calmar el enojo y evitar explosiones emocionales. ¿Te has sentido fuera de control cuando te enojas? ¿Te cuesta calmar la rabia sin reaccionar impulsivamente? En este artículo, descubrirás estrategias prácticas y basadas en la evidencia para regular la agresividad y encontrar un equilibrio emocional. Leer más Miedo a la muerte: cuando el pensamiento intrusivo domina la mente Si el miedo a la muerte te